La elaboración de una nueva Constitución a través de una Convención Constituyente diversa, es decir, integrada con paridad, con escaños reservados para pueblos indígenas, con cuotas para personas en situación de discapacidad, abierta a la participación de listas independientes y escrita en democracia, es la cristalización de una antigua aspiración de la ciudadanía que pudo plasmarse en un contexto marcado por la revuelta social y de crisis de la institucionalidad política y económica. Es por tanto un proceso que entusiasma y concierne a todas, todos y todes y al cual queremos aportar desde nuestras situaciones de vida, sensibilidades e interpretaciones sobre las desigualdades y la falta de autonomía que aquejan a las mujeres.
Si bien una de las condiciones para un buen trabajo de la Convención es su soberanía e independencia de las presiones institucionales externas, una de las bases fundamentales de su legitimidad es la apertura que tenga a los planteamientos de la ciudadanía a lo largo del país.
Es por esta razón que como feministas queremos generar propuestas sobre algunos aspectos del reglamento, que a nuestro entender son muy importantes para garantizar la igualdad de género en el funcionamiento de la Convención y permitir que la perspectiva y las propuestas feministas sean incluidas en las deliberaciones y toma de decisión. Con la paridad logramos un acceso igualitario, con el reglamento queremos que esa paridad atraviese todo el proceso de elaboración de la Constitución, es decir, garantizar las condiciones para la participación igualitaria.